Quo Vadis

Country road

Es muy difícil que una persona acompañe a otra en una travesía sin rumbo, salvo que quiera asumir el riesgo de perder el tiempo en caso de no llegar a ningún lado. Por eso, ¿Adónde vamos? Es una pregunta que debe hacerse toda persona que quiera iniciar un negocio. Para esto es que surge la planificación estratégica como una herramienta fundamental en el desarrollo empresarial.

Cuando se asiste a un curso de plan de negocios, uno de los temas que se trata es el establecimiento de una filosofía estratégica organizacional, la cual incluye conceptos conocidos como: la visión y la misión. Muchas veces estos temas se tratan a la ligera y no se les da la importancia que les corresponde. Algunas empresas publican su misión y visión, en banners, página web y hasta en su folletería. Pero lo más curioso es que si le preguntamos a un empleado ¿Cuál es la visión y la misión de la empresa? La respuesta suele ser un piloteo de palabras para no quedar mal, o un sincero “no tengo la menor idea”.

Es por eso que quiero dedicar este espacio para tratar de manera simple y práctica estos conceptos, de tal forma que usted pueda aplicarlos de inmediato en su vida personal y en su emprendimiento empresarial. Partimos recordando el concepto de “misión”. Para esto, debemos tener en cuenta que todas las personas tienen competencias para desempeñarse en algo. Identificar las competencias permite definir una actividad a realizar, desde un deporte hasta una profesión. Este concepto aplicable a toda persona, también se transfiere a una empresa. Por lo tanto, “la misión” de una empresa es equivalente a la razón de ser del emprendimiento, proyectándolo a satisfacer una necesidad latente del mercado, responde a las preguntas ¿Cuál es el propósito del negocio? O mejor dicho, ¿Qué tipo de necesidad busca satisfacer el negocio?.

Cuando estudiamos la “visión”, suelen decirnos que nos hagamos la pregunta: ¿Cómo nos vemos en el futuro?, cuya respuesta puede ser muy ambigua y a veces muy general. Salvo la persona más pesimista, nadie va a decir que se ve muy mal en el futuro. Y a veces también se cae en el error de tener exagerado optimismo, pero sin sentido. Por eso para que sea mucho más práctico este proceso, le propongo que seamos un poco más específicos, miremos a futuro, y adicionalmente a los tiempos enfoquémonos en eventos trascendentes. Mi concepto es: La visión no es simplemente suponer cómo estará en el futuro, es pensar de manera específica sobre el próximo evento trascendente. De tal manera, que todo lo que suceda en adelante sea consecuencia de dicho evento.

Por ejemplo si su visión es: Nuestra empresa aspira en los próximos cinco años obtener una certificación de calidad total de sus procesos. Esa certificación equivale a un evento trascendente, ya que una vez que esta empresa alcance esto, lo que suceda en adelante será consecuencia de dicho evento (vendrán más clientes, abrirán nuevas sedes, quizás logren exportar). Y una vez que esto se alcanza es tiempo de reformular la visión, pensando en un nuevo evento trascendente.

Finalmente y lo más importante es socializar. Todos los miembros de la empresa tienen que saber esto, es más, también podrían ser parte del proceso de elaboración. Tanto la misión como la visión tienen que ser fáciles de recordar, no hay que escribir muchas palabras, lo fundamental es que sirva de hoja de ruta para todos los que forman parte del emprendimiento y sepan cuál es el camino a seguir. ¡Que Dios les bendiga y guíe!

© Guillermo Cabanillas Holguín. Puede reproducir y distribuir este material, siempre que sea sin fines de lucro, sin alterar su contenido y reconociendo su autor y procedencia

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *