Muchas estrategias de gestión que nacieron con buenas intenciones, terminaron siendo grandes fracasos. En varios planos, ya sea político o económico, existen diversas posturas con sus respectivos líderes y autores, cada uno con una estrategia y punto de vista diferente. A veces estas alternativas de solución llegaron a funcionar a medias, creando la impresión que eran las formulas apropiadas, dando paso a su réplica.
Max Weber, considerado el fundador de la Teoría de la Burocracia en la Administración, la concibió con la expectativa de fomentar el orden, la precisión, la disciplina, y el perfeccionamiento técnico, teniendo en cuenta el nivel de complejidad organizacional de las instituciones. Una de las definiciones que brinda la Real Academia Española (RAE) es “Organización regulada por normas que establecen un orden racional para distribuir y gestionar los asuntos que le son propios.”
Esta concepción que tuvo un fin importante, ligado a alcanzar la excelencia mediante la efectividad, lamentablemente en muchos casos se distorsionó. Volviendo al diccionario de la RAE, Burocracia también se define de esta manera: “Administración ineficiente a causa del papeleo, la rigidez y las formalidades superfluas”, completamente ajena a las razones de sus inicios. El resultado de las definiciones negativas tiene mucho sentido, porque quizás se dejó de lado el sentido común, que es uno de los elementos que permiten a las organizaciones ser más dinámicas.
La burocracia nace para que las cosas sean más rápidas y ordenadas, no para que demoren más o se inventen procesos y requisitos sin sentido, con la excusa de hacer mejor las cosas y crear funciones a puestos que no tienen nada asignado. Entonces, la pregunta que nos podríamos hacer ahora: ¿Es buena o mala la burocracia? Creo que a esta altura, darle un adjetivo sería un poco complicado, ya que este término tiene tanto definiciones positivas y negativas aceptadas por todos, nació con buenas intenciones, pero en el camino la falta de otros elementos, llevó a que en estos tiempos sea un dolor de cabeza para muchos, especialmente para los emprendedores que en vez de facilitarle las cosas, terminan entorpeciendo sus acciones y haciéndoles perder el tiempo para producir más.
Así que no califiquemos a la burocracia, pero si tengamos en cuenta que una organización necesita de orden, disciplina, precisión y perfeccionamiento técnico. Pero, para poner en marcha lo anterior, que vendrían a ser las verdaderas intenciones de este término, tienen que ir acompañadas de otros factores como: motivación y sentido común. “El remedio no puede ser peor que la enfermedad”, así que rescatemos y apliquemos lo que suma al desarrollo de las organizaciones.
¡Que tenga una excelente semana y que Dios le bendiga!
© Guillermo Cabanillas Holguín, 2015. Puede reproducir y distribuir este material, siempre que sea sin fines de lucro, sin alterar su contenido y reconociendo su autor y procedencia