La pascua verdadera y eterna

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Este tiempo de Semana Santa, es una oportunidad especial para compartir el significado de nuestra fe cristiana. Para algunos parecerá locura, pero para otros es un mensaje de esperanza. Ya el apóstol Pablo lo mencionaba en la primera carta que envió a los Corintios: “Hay quienes piensan que hablar de la muerte de Cristo en la cruz es una tontería. Pero los que así piensan no se salvarán, pues viven haciendo el mal. Sin embargo, para los que sí van a salvarse, es decir, para nosotros, ese mensaje tiene el poder de Dios. En la Biblia Dios dice: ¡Dejaré confundidos a los que creen que saben mucho! Dios ha demostrado que la gente de este mundo es tonta, pues cree saberlo todo. En realidad, no hay tal cosa como sabios, o expertos en la Biblia, o gente que cree tener todas las respuestas. Dios es tan sabio que no permitió que la gente de este mundo lo conociera mediante el conocimiento humano. En lugar de eso, decidió salvar a los que creyeran en el mensaje que anunciamos, aún cuando este mensaje parezca una tontería. Para creer en el mensaje que anunciamos, los judíos quieren ver milagros y los griegos quieren oír un mensaje que suene razonable e inteligente. Pero nosotros anunciamos que Jesús es el Mesías, ¡y que murió en la cruz! Para la mayoría de los judíos, esto es un insulto; y para los que no son judíos, es una tontería. En cambio, para los que fueron elegidos por Dios, sean judíos o no, Dios ha manifestado su poder y su sabiduría en la muerte del Mesías que él envió. Así que, lo que parece una tontería de Dios, es mucho más sabio que la sabiduría de este mundo. Podría pensarse que Dios es débil, pero en realidad es más fuerte que cualquiera. ” (1 Corintios 1: 18-25, Versión: Traducción en Lenguaje Actual-TLA)

¿Porque Jesús tenía que morir en una cruz? Es la pregunta que muchos hacen, y por inercia les responden: Cristo muere por los pecados de la gente. ¿Pero porque tuvo que morir? ¿No existía otra forma para liberar de los pecados? Para poder entender esto, tenemos que comprender nuestra naturaleza y el significado de la justicia de Dios.

Dios es puro, santo y justo. La palabra justicia suena muy linda, pero para aquellas personas que están libres de falta. Para un asesino, que se le aplique justicia suena terrible. Muchos creen que el decir que Dios es justo y bueno, significa que tiene que cumplir todos nuestros anhelos y caprichos. Y cuando no sucede lo que queremos, creemos erradamente que Dios es injusto. Pero no, Dios sabe perfectamente lo que nos corresponde. Y como dice en Eclesiastés, tiene un tiempo para todo. Y así como un padre para sus hijos, él sabe lo que cada uno necesita.

En Romanos 3: 10-12 dice: “No hay justo, ni aun uno; no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno.”

Nadie puede confiar de Dios, si es que él no pone en el corazón de las personas el tener la necesidad de él, previo arrepentimiento. Entonces como la Biblia lo menciona, nuestra naturaleza es de hacer maldad. Más adelante en este mismo capítulo de Romanos, se menciona cual es nuestra situación a causa de esto: “por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:23).

Entonces, si consideramos esto y añadido a que Dios es justo, a todo ser humano le correspondería la condenación. Cientos de años antes de la venida de Cristo, el pueblo de Israel había vivido la más terrible esclavitud en el poderoso reino de Egipto. José, aquel que fue vendido por sus hermanos y llevó a su pueblo a esta tierra donde tenía el puesto más importante después del faraón, antes de morir les dejó la esperanza que algún día Dios los visitaría y liberaría. En ese momento las cosas estaban bien y quizás la gente que lo rodeaba no se imaginaba que al pueblo le esperaba 400 años de esclavitud.

Dios usó a Moisés para liberar al pueblo, reveló su poder ante el Faraón, endureciendo su corazón, para poder mostrar todo su esplendor y tirar abajo todas las deidades de ese pueblo mediante diversas plagas. La última de estas fue la definitiva para la liberación: La muerte de todos los primogénitos. Pero a la vez, Dios brindó una instrucción para proteger a su pueblo de esta plaga. Deberían matar un cordero sin quebrar un solo hueso, asarlo y comer de su cuerpo. Y con su sangre cubrir el marco de la puerta de entrada de la casa, de esta manera el ángel de la muerte pasaría de largo. La noche de dicho acontecimiento el pueblo de Israel sería libre de la esclavitud. Y en memoria de este evento, cada año los judíos deberían celebrar el “pesaj” o pascua, que significa “pasar por alto”, porque aquella noche, Dios envió el ángel de la muerte, pero paso de largo por el pueblo de Israel.

Esta primera pascua era solo una representación de lo que sería la verdadera y permanente. Porque como no hay ser humano bueno, y todos están destituidos de la gloria de Dios. Por lo tanto, están destinados a condenación y esclavitud eterna. Dios en su infinita gracia, y porque tanto es su amor al mundo, envía a Jesucristo para convertirse en el cordero perfecto, inmolado y sin maldad, para ser quien derrame su sangre y cubra el marco de la puerta del alma de las personas que crean en Él, para que la condenación pase de largo y el alma tenga vida eterna. En su aparición pública, Juan el Bautista decía que Jesús era el cordero de Dios que quita el pecado del mundo, aquel que bautiza con el Espíritu Santo de Dios.

La cruz era una de las formas de morir más despiadadas de la época, los romanos habían elegido esta cruel pena para los grandes criminales. No solo era dolor físico y una muerte lenta, sino también era una humillación, ya que eran expuestos completamente desnudos ante la multitud. Y todo aquel que pasaba señalaba a esa persona como un gran criminal.

Muchos piensan que el mayor dolor de Cristo fue morir en la cruz, pero hubo algo que le dolió aún más y es aquí donde debemos tomar atención. Cristo al ser el cordero perfecto, quien es sacrificado, y así como en el ritual, el cordero recibía la condenación de la muerte y se hacía acreedor de la maldad de la gente. Dice la Biblia en Mateo 27:46, en la cruz Cristo exclama: Eli, Eli, lama sabactani (Dios mio, Dios mio, porque me has desamparado). Efectivamente, por un tiempo, Dios demuestra su inmenso amor al mundo, al abandonar a su hijo perfecto, aplicándole la justicia que nosotros merecíamos, pagando la pena por nosotros. Desde ahí viene esa salida profunda que Dios nos da, porque para que se haga justicia alguien tiene que pagar la pena. Cristo experimenta la condenación que el ser humano merecía por su maldad.

Ese era el plan de Dios, que su hijo perfecto iba a ser sacrificado. Pero al tercer día volvería a la vida en un cuerpo glorioso, mostrando todo su esplendor. Y después de compartir un tiempo con sus discípulos, volvería a estar a la diestra de su padre, desde donde estuvo antes de la fundación del mundo.

Cristo vive eternamente, y este es el verdadero evangelio o buena noticia. Que para algunos es locura, pero para otros es una luz de esperanza. Que al ser todos destituidos de la gloria de Dios y merecer condenación eterna, es Cristo quien asume el lugar de todos aquellos que creen y depositan su confianza en Él.

No tiene que hacer obras, todo es por gracia, porque es inmensurable el gran sacrificio que Jesús hizo por nosotros. Este verdadero pacto que Dios hace con los creyentes da vida en abundancia y la esperanza de que algún día lo veremos cara a cara, viviremos en un cielo nuevo y en una tierra nueva, gracias a esa libertad que solo Cristo nos puede dar.

“Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le confirió el nombre que es sobre todo nombre, para que al nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en el cielo, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.” (Filipenses 2: 9-11)

Dios le bendiga.