Cuando vamos a realizar un trámite en alguna institución pública, nos llama la atención la cantidad de requisitos que muchas veces nos solicitan y a veces el pago que se tiene que realizar por un documento cuyo costo real es mínimo. Por ejemplo, vamos a un determinado ente estatal a legalizar un documento, y por el servicio de poner una firma y un sello nos cobran una suma que supera a leguas el esfuerzo de poner un adhesivo. Uno se pregunta, si por poner un sello cobran por ejemplo $20, y este adhesivo realmente no cuesta más de $1, ¿dónde se van los $19 restantes? Muy sencillo, y no hay que ser experto para averiguarlo, es “vox populi”, el saldo restante se va en pagar toda esa burocracia que será la encargada de pegar ese holograma en el documento.
El ciudadano lo sabe, quien no lo tiene claro muchas veces es el funcionario. Y esto se nota en el trato que brindan a los usuarios (sin afán de generalizar, porque también he visto muchos funcionarios comprometidos con su labor, y para colmo suelen ser los más discriminados). Pero es lamentable cuando un trabajo se hace con la actitud equivocada, como si fuera “un favor que se hace”, sin ser consciente que es un servicio, por el cual se está pagando cientos de veces más de su costo real.
La cultura emprendedora no debe limitarse al sector privado, también necesitamos funcionarios con actitudes emprendedoras, que tengan la capacidad de dar lectura a las diversas situaciones y actuar con empatía y proactividad. Necesitamos contar con personas dispuestas a brindar un servicio al ciudadano, que rompan ese círculo vicioso, y devuelvan a la función pública el prestigio que se merece.
Es triste la imagen que tiene la población sobre el sector público. Muy pocos funcionarios pueden salir por la calle diciendo con alegría donde trabajan. Algunos de ellos le ponen mucho esfuerzo a sus labores, pero aun así, la gente asocia su trabajo con lo fácil o con un cupo político. Veo que cada vez se están haciendo esfuerzos para darle mayor transparencia y dar mayores oportunidades mediante diversos concursos de méritos, pero a pesar de esto, existe todavía un largo camino por recorrer para darle una total confianza a la ciudadanía.
Es necesario fomentar el desarrollo de competencias emprendedoras en todos los niveles de la función pública. Cambiar la mentalidad de cumplir horario, por la de enfocarse en dar resultados. Romper esa idea que para hacer un trámite en un ente estatal, es necesario tener un conocido. Despertemos las actitudes correctas en los funcionarios para que contribuyan a la productividad de las organizaciones cuyos verdaderos dueños son todos los ciudadanos.
¡Que tenga una excelente semana! ¡Dios le bendiga!
©Guillermo Cabanillas Holguín, 2016. Puede reproducir y distribuir este material, siempre que sea sin fines de lucro, sin alterar su contenido y reconociendo su autor y procedencia.