Mercado de la nostalgia

                                             nostalgia

En las redes sociales se propagan imágenes de una variedad de productos que ya no existen, pero que las personas extrañan y no dudan en dar miles de “likes” o “compartir”. De la misma manera se publican imágenes de productos que todavía tienen una importante participación en el mercado y su consumo ya es una tradición, pero cuya presentación ha variado a lo largo del tiempo, como si fuera parte de un ciclo de evolución industrial. Y a pesar de su presencia en los anaqueles de los supermercados, escuchamos a mucha gente decir: “Ya no es lo mismo, antes ese producto era lo máximo”, “Cuando venía en otra envoltura el sabor era diferente, como que parecía más casero, ahora tiene sabor a fábrica”, “antes venía más cantidad”, “Cómo quisiera que vuelvan a lanzar ese producto, sería como volver a ser niño”. Cada imagen viene cargada de comentarios, que en su mayoría más hacen referencia a los recuerdos, que al producto en sí.

Recordar el comercial «La fuerza de lo nuestro» de Inca Kola tiene un significado emotivo para muchos peruanos, al igual que la marca, que ya tiene más de 80 años en el mercado.

“Wow, mi abuela me compraba eso, ¡Cómo extraño esos tiempos y cómo extraño a mi abuela!” “¡Cómo quisiera que mis hijos lo hubieran disfrutado! ¡Nuestra infancia era sencilla pero extraordinaria!” “Si volvieran a sacar ese producto, me volvería un leal consumidor”. Este último comentario parece una broma, pero en el fondo tiene algo de realidad. Y recurrimos a la famosa teoría del condicionamiento clásico de Pávlov, donde el producto puede pasar a convertirse en un estímulo condicionado fruto de su relacionamiento con lo emocional, cuyo efecto es la respuesta de “ir a comprar”. De tal forma, que si ahora se nos ocurriera relanzar uno de esos productos, existen altas probabilidades de que sin necesidad de hacer una campaña emotiva, el simple hecho de ponerlo al frente de una persona, automáticamente podría generar la respuesta de “comprar”.

Muchas veces la gente no compra productos, compra emociones, sensaciones y recuerdos. Ese chocolate que le trae a la mente el compartir con los amigos del colegio, en búsqueda de una calcomanía o un pequeño juguete. Aquella vida libre de las responsabilidades de adultos, donde el trabajo se resumía en ir a la escuela en un horario determinado y por solo unos meses del año.

El mercado de la nostalgia es una oportunidad de negocio, que es interesante analizar. Si bien no existe una máquina del tiempo que nos lleve a vivir de nuevo maravillosas experiencias. Un producto relacionado con una etapa de nuestras vidas, puede ayudarnos a volver a revivir circunstancias hermosas. Hay personas dispuestas a pagar por productos, que les generen la sensación de regresar al pasado. “Recordar es volver a vivir”, ¡Que hermosa es esta frase! Y en las diversas etapas de nuestra vida, existe una mixtura de sabores, aromas, juegos, que tienen valor incalculable, pero a pesar de eso se le podría asignar un precio y generar nuevas fuentes de ingresos.

© Guillermo Cabanillas Holguín, 2015. Puede reproducir y distribuir este material, siempre que sea sin fines de lucro, sin alterar su contenido y reconociendo su autor y procedencia